ILUSTRACIÓN: "Angry dog", por clarae19
VIA: DeviantART
Érase una vez un perro. Del hortelano también. Ladraba mucho. Mordía también. Tenía fijación por una presa a la que atacaba siempre que tenía ocasión. Cuando no había ocasión, se la inventaba para que se diera el también. Disfrutaba amedrentándola. Se consumía de rabia si no lo lograba, también. Cierto día consiguió acorralarla en un callejón con pocas salidas. Complicadas también. Con sus fauces bien abiertas se abalanzó sobre ella esperando la reacción habitual de ésta: huir despavorida por algún recoveco. O incluso que se defendiera de algún modo también. Cansada de tanto acoso, esta vez su víctima no se inmutó y recibió varias dentelladas. Mortal una de ellas, también. El perro quedó satisfecho con su victoria. Y sin diversión y con mayor rabia, también.
***A mis chicas del lazo morado: "Don't give up!".
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al final nada importa demasiado, pero morir sin luchar, le quita algo de coraje a la existencia, no crees amiga?
ResponderEliminarbesos, me encanta el tema de nickelback que tienes por aquí.
otto..)
Hola * L* un relato escalofriante ; yo almenos hubiese llevado un pistola para poder defenderme ; me a gustado mucho tu relato besos de Flor .
ResponderEliminarPues sí, OTTO. La vida en sí es una lucha y es mejor morir con las botas puestas. ;)
ResponderEliminarMe alegro de que te guste ese tema de Nickelback. A mí me chifla!!! :)
Muchos besos.
Ya te digo que es escalofriante, FLOR. Lo de la pistola no me convence. Hay otras maneras de defenderse.
ResponderEliminarBeso grande, corazón.
No entregarse aún sabiendose perdido... me gusta eso, perder no es siempre perder.
ResponderEliminarSaludos desde el sur.