Érase una vez una mujer muy pedigüeña, muy pedigüeña. Tanto, que se pasaba el día pidiendo que las manos de su pareja dejaran de lastimar su rostro ensangrentado y ya deforme. Rogaba que los ojos de aquel que decía amarla tanto no ignoraran su frágil cuerpo amoratado y maltrecho. Suplicaba para que su boca dejara de proferir insultos hacia ella y, en lugar de eso, volviera a besar aquel cuello que él estrujaba sin piedad una y otra y otra vez. Imploró para que sus propios oídos escucharan de nuevo las palabras dulces que él le regalara antaño. Incluso llegó a rezar para que la nariz de su verdugo sufriera una anosmia repentina y así no pudiera oler el miedo que le tenía.
Por pedir, pidió peras al olmo sin saber que de los alcornoques sólo obtendría bellotas. Manjar de cerdos...
Y, colorín colorado, ESTE CUENTO SE HA ACABADO!!!
¡ DI NO A LA VIOLENCIA DOMÉSTICA !
Tendremos que unirnos tanto mujeres como espero que hombres para decir BASTA a estos cobardes, criminales y sinvergüenzas..
ResponderEliminarUn beso
Soy Marylin, no he podido entrar con mi cuenta.
Suscribo tus palabras *L*.. no me cansaré de decir no y ponerme enfrente.. Besos guapa :)
ResponderEliminarUnámonos pues, Marylin, y ayudemos todos.
ResponderEliminarBesos agradecidos.
Yo tampoco me cansaré nunca... NUNCA.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, glau, muchos besos.
*L*, también puedo aquí dejarte un comentario. Cómo no. Suelo dejar comentarios en todas las partes del mundo. Y en todos los problemas del mundo. Soy un revolucionario profesional, de aquellos que desaparecieron un día montados en naves, camino de praderas numeradas por Bradbury.
ResponderEliminarSólo que tu cuento no ofrece alternativas para la posible réplica. No basta con decir basta y redundar en la catástrofe.
Cada año mueren y morirán más mujeres a manos de sus parejas sentimentales. No tiene solución. Yo la sé. Pero no me escuchan. Mi solución es dura. Es a largo plazo. Es drástica. Pero dejarían de matar ellos y de morir ellas. Y creo que no le interesa al sistema capitalista la solución. Creo que no le interesa ni a ellas. A ellos menos. Uno: Desde hoy hombres y mujeres dejaran de tener lazos familiares en común.
Vamos bien *L*. Luego viene el Dos, el Tres....
Besos en los pulsos.
Tu comentario me está haciendo pensar mucho, Tomás... Afortunadamente soy de las que creen firmemente en la palabra "esperanza" y también en la de "lucha". Sin éstas, ¿qué opciones tendrían las mujeres maltratadas? Hundirse en la miseria, seguir aguantando, dejarse humillar, esperar a que las maten...
ResponderEliminarSinceramente, mi solución es aún más drástica si cabe. Imagínatela. Lo malo es que, de aplicarla, solamente se la aplicarían a aquellos que han dejado daños físicos visibles. Los malos tratos psicológicos, que soy muchísimos hoy en día desgraciadamente, esos no son tan fáciles de demostrar y denunciar.
Me callo ya, que me estoy encenciendo...
Esos besos que me mandas ahora SÍ me gustan. Los comparto contigo, revolucionario.
Si tu solución drástica es cargarte a los hombres, creo que te equivocas. Simplificas el problema. Ellos lo hacen así (matar) porque se expresan así. Y la educación es fundamental. No puedes decirle a un hombre desde niño que es el cabeza de familia, decirle que saque a esta adelante, y luego quitarle "esa" autoridad que le fue dada. No. Tal como está concebida la familia cristiana, la familia dominante, de la clase dominante, que no obrera, los hombres están hechos para matar. Si queremos otro hombre, construyamos otras relaciones familiares, otra distribución de la riqueza, otro reparto de los roles, otro afecto: esa ternura tan necesaria para amar y no para trabajar como burros, que embrutece a los hombres...y a las mujeres.
ResponderEliminarBueno ya vamos por el Dos, el Tres...
Besos obreros.
Educar en la igualdad, sí, y en los valores. La idea de construir otras relaciones familiares suena a imposibilidad, a utopía, en los tiempos en que vivimos. Estaría bien que no sólo desde la escuela se enseñara para tal fin. Todas las madres del mundo deberían (deberíamos) ser las emprendedoras. Nos tendrían que re-educar antes.
ResponderEliminarEstoy total y absolutamente de acuerdo con tu frase "esa ternura tan necesaria para amar y no para trabajar como burros". En cuantísimos hogares (por llamarlos de algún modo) alguno de los miembros familiares ensalza por encima de todo el trabajo antes que el amor... Pena... Y todo por la pasta, "para vivir mejor" que dicen algunos... Juas.
He respondido a tu comentario en la entrada anterior. Eres la caña, jajaja...
Besos constructivos, o emprendedores, o luchadores...
Vamos bien. Soy la caña, pero es la escuela.
ResponderEliminarBeso.
Afortunado tú, Tomás, por haberla tenido y por ponerla en práctica. Y afortunados nosotros por tener la oportunidad de aprender de ello.
ResponderEliminarBeso.
Interesante reflexión !!! Bravo L. Un beso.
ResponderEliminarGracias Rombo.
ResponderEliminarUn beso.
El olor a miedo...
ResponderEliminarBravo por este post.
ResponderEliminarTodo mi apoyo para esta lucha.
Besos.
Terrible olor, Mónica, sí.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, Toro, por tu apoyo y tus palabras.
ResponderEliminarBesos.
Yo también me uno a esta lucha,y es muy importante que nos eduquemos para prevenirlas con campañas de concienciación como lo que has hecho en este post.Besos.
ResponderEliminarGracias a ti también, Loli. Este post es sólo un pequeño granito de arena para esa lucha. Desearía que fueran cientos, miles, millones de granitos... Tantos como para formar un desierto enorme. Entonces me quedaría en paz, sabiendo que el mensaje ha llegado a mucha gente.
ResponderEliminarBesos
El otro día estaba sentada habia un montón de gente y una conocida con su perro super pacífico y sin ladrar. Pero el perro se me acercó sólo a a mi. Yo ya inquieta, impaciente. Yo dije huelen el miedo. Y otro chico que estaba a mi lado dijo, que va, no lo que quiere es que quiere que le toques. Nota que no te acercas.Eso es lo que piensa...
ResponderEliminarEso había oído yo, que muchos animales huelen el miedo... Veo que tienes miedo a los perros...
ResponderEliminarpero ese chico me dijo que no es olor de miedo...
ResponderEliminarCada vez menos...
ResponderEliminarYo no sé nada de perros, así que no te puedo decir... Me alegro de que se te esté pasando el miedo.
ResponderEliminarBesos Mónica.
El maltrato hacia la mujer en cualquier sentido es indignante y bajo ninguna circunstancia o razonamiento se justifica con nada.Quizá en algunos casos se dé por la ignorancia del hombre de sentirse superior, sin embargo también existe por la tolerancia de ellas, ya sea por miedo o porque han sido educadas para soportarlo.
ResponderEliminarEn culturas como es el ISLAM, la mujer esta totalmente sometida al hombre, y éste puede maltratarla, castigarla e incluso llegar a matarla, sin ser juzgado por ello...Así no se puede..
Buen trabajo L. Un besón!
Tú lo has dicho, Nat... Estamos a vueltas con el tema de la educación recibida y también con la palabra miedo.
ResponderEliminarHemos de hacer algo. Me siento tan impotente a veces...
Besos de bienvenida. Me ha gustado ese besón tuyo. :)
Es qué los besones, son los besones!
ResponderEliminar¡Ya lo creo, Nat! :)
ResponderEliminarPor desgracia seguirá existiendo por más leyes y medidas que se tomen... mientras la mujer no tome medidas desde el primer instante que ocurre cualquier maltrato fisico o psicológico que se produzca, que no calle, que denuncie, que no perdone una y otra vez, que no sirva de excusa la bebida,el trabajo,porque para eso no hay nada que excusar...un besote preciosa
ResponderEliminarTiene que salir de nosotras, sí. Como no digas "basta" la primera vez que te maltratan, estás perdida... Y no hay excusas que valgan.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Fibo.
Un besote, guapo.